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Hace un tiempo ya que vengo insistiendo en afirmar que es muy fuerte la tendencia heteronormativa en el psicoanálisis. En general los colegas de mi propia parroquia o de las otras me dicen que no es así, pero yo creo que eso habla más de las intenciones de los psicoanalistas que de la realidad de la práctica y de la teorización. ¿A qué me refiero con una tendencia heteronormativa? A una práctica clínica y una teorización que valoriza la heterosexualidad genital por encima de otras formas de sexualidad, que entonces son conceptualizadas como desviación o como rechazo de la castración (léase, de la heterosexualidad) y no en su propia lógica. Lo que tiene como peligrosa consecuencia el riesgo de intentar curar (de formas abiertas o de formas sutiles, siendo estas últimas las más comunes y las más complejas) a esas otras sexualidades.

 

En esta vertiente heteronormativa del pensamiento psicoanalítico la pieza clave es la teorización del complejo de Edipo, que es un dispositivo para producir heterosexualidad. Al respecto recomiendo enfáticamente el texto El tráfico de mujeres, de Gayle Rubin – texto donde la antropóloga dialoga con el psicoanálisis y con la antropología estructural de Claude Lévi-Strauss, e identifica el complejo de Edipo freudiano como dispositivo normalizador. Yo no veo ahí el obstáculo. Quiero decir que dada la contingencia del objeto de la pulsión, por lógica la cultura debe proponer dispositivos que le ofrezcan un objeto. Pero ¿qué sucede cuando el sujeto no responde según lo esperado? Es ahí donde propongo pensar una lectura del dispositivo edípico que no lea lo diferente como desvío respecto de una meta, se la llame unificación de las pulsiones bajo el primado genital o se la llame aceptación de la diferencia.

 

La tarea no es sencilla porque la teorización clásica freudiana del Edipo en su articulación con el complejo de castración es muy sólida y se basa en datos constatables en la clínica y en la vida: efectivamente hay una primacía del falo, efectivamente la primera lectura de la diferencia sexual (la que deja marcas indelebles) es pene/no pene, y no pene/vagina, efectivamente es muy posterior el reconocimiento de la vagina, efectivamente la vagina despierta una angustia que no es equiparable a los sentimientos que despierta el pene, efectivamente hay un horror hacia lo femenino, compartido por todos los seres hablantes. ¿Cómo articular entre sí esos elementos sin deslizarse hacia la heteronormatividad? Avanzar en esa línea es en estos momentos mi apuesta.

Jorge Reitter

5 pensamientos en “Encuentro mensual octubre 2017

  1. Jorge Reitter nos presentó un tema interesante, que lo convoca hace ya tiempo, que se nota trabaja con muchas ganas, y del cual hace un dispositivo de interrogación a la teoría y a la práctica psicoanalítica, doblando así las posibilidades de su trabajo.

    Quisiera compartir algunas frases, que me quedan resonando y sirven de inspiración, tales como: “Lo condenado al silencio toma la palabra” y “la apropiación del insulto” .

    Si nuestra práctica se trata de “la escucha”, ¿que hay de lo silenciado? “Lo silenciado” pareciera siempre responder a una opresión, en tanto algo distinto a lo que podemos entender como ‘el silencio’ o ‘hacer silencio’.

    Nos comenta Jorge acerca de “el insulto” que recibe la persona gay y de la posibilidad de “apropiación de dicho insulto” como una acción de defensa frente a la agresión recibida. Pienso, una palabra que buscaba dañar, y que es tomada por el destinatario para “hacer con ella de otra manera”, sólo nominación. Me abre la escena de una guerra de significantes, la opresión por la palabra, como una posibilidad más del lenguaje a no perder de vista, lenguaje que nomina y ordena, con el cual se puede hacer también de otra forma.

    Hay una apelación a poder escuchar de manera tal que no se atribuya a un problema subjetivo lo que no es un problema subjetivo. No es sólo un problema del sujeto, la homosexualidad, sino que hay un poder impuesto. Me pregunto: ¿opera esto de la misma forma en los distintos casos de opresión, racial, política, religiosa y otras?

    Claramente la invitación de Jorge es a identificar cómo nuestra práctica podría, sin advertirlo, sumar a dicha opresión. Jorge nos deja pensando si acaso trabajamos aún con el saber de una sexualidad normada e ideal frente a la cual algunos se desviarían ?. Digo ‘con el saber’ pues cuando el oficio es ‘sin saber’ aparece algo en cada paciente que nos hace enmudecer, que no cabe en categoría alguna (normal o anormal) y que tal vez permite hacer de lo silenciado, puro silencio.

    Ruth Isabel Gaggero

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    • A tantas cosas que te he agradecido, Ruth, ahora sumo mi agradecimiento por estas palabras que demuestran claramente que te tomaste el tiempo de leer lo que escribí y dije, y que en lugar de tratar de defender lo «ya sabido», tenés esa actitud que para mí es una de las principales que definen a un analista, que es la estar abierto a la escucha de lo otro. Hermoso eco.

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  2. Estimado:

    Creo que este encuentro ha generado en mi bastantes ecos respecto al como pensar y repensar nuestros instrumentos, nuestras practicas, nuestros «saberes», nuestros esencialismos..

    Creo que la heteronormatividad, no cuestionada se transforma en una categoría mas ( en el arsenal de series y categorías que forma parte de nuestro discurso analítico) una marca mas, que son propias de un momento determinado de la cultura.

    Judith Butler, lo trabaja muy bien, al crear la teoria performativa del genero (que necesario que la lean todos en el mundo psi) en la cual afirma que el genero y el sexo; son discursos de un momento cultural especifico y creados «a la medida» del discurso amo del neo-capitalismo.

    Recuerdo un tiempo atrás en el cual se clasificaba a las mujeres que se realizaban implantes de pecho, eran clasificadas como psicoticas,
    ¿cuantas categorías culturales «ciegas» hay en nuestro discurso analítico? ¿cuantos esencialismos?

    En el discurso de Lacan en Baltimore en 1966, menciona que el efecto de la marca, es justamente el de borrar toda diferencias..¿cuantas veces borre la diferencia de un sujeto al remarcar su marca?…

    Es necesario escuchar al sujeto en su diferencia, las marcas y categorías nos pueden «servir» como mapa por el cual guiarnos en la ruta de los significantes que forman el discurso de un sujeto..para eso es necesario que exista un cuestionamiento permanente de nuestro pensamiento-discurso, que se logra solo con estar muy pendientes a aquello que Lacan en el seminario XX, denomina «El horror a saber», es decir, con estar muy pendiente de aquello de lo cual no me quiero enterar.

    Eso..creo que tu trabajo apunta en ese sentido, en el sentido contrario del «horror a saber»…

    un abrazo

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